¿Eres de ese tipo de personas que se desvive siempre por ayudar a los demás? ¿Cuándo alguien tiene un problema en su trabajo acude siempre a ti para pedirte ayuda? ¿Te pones a ayudar a los demás y luego te toca hacer horas extras para acabar tu trabajo? ¿Te provoca esto falta de tiempo y estrés?
Si eres de esas personas entre cuyos valores se encuentra el ser buena persona y ayudar siempre a los demás, seguramente más de una vez te hayas visto en la típica situación en la que por ayudar a los demás luego has tenido que dejar tu trabajo para el final.
Como eres una persona resolutiva y en la que se puede confiar, te has convertido en un imán a la hora de atraer dificultades a resolver.
Pero a ti no te importa. Tú siempre estás disponible para echar una mano.
Y como los miembros de tu equipo, otros compañeros o incluso gente de otros departamentos están acostumbrados a que siempre les ayudes a resolver sus problemas, siempre acuden a ti en cuanto sienten la necesidad de resolver algún tema o tienen alguna dificultad.
Pero en ocasiones, este tipo de situaciones te genera un gran estrés, porque el día tiene un número de horas limitado, y por mucho que quieras ayudar a la gente de tu entorno, tú también tienes trabajo que al final del día debe estar completado.
Además como no te da tiempo a acabar aquello que tenías previsto hacer durante el día, cuando abandonas la oficina, te vas a casa con la sensación de que no avanzas en la realización de tu trabajo.
Y el estrés se va acumulando hasta generarte una gran sensación de ansiedad y sufrimiento.
Ayudar a los demás está muy bien, pero si has llegado a una situación en la que la angustia y el estrés te están generando sufrimiento, te llevas los problemas a casa y estás empezando a sintomatizar en tu cuerpo todo el estrés a través de dolores y pequeñas molestias, tienes que comenzar a pensar en ti antes que en los demás y priorizar tus propias necesidades.
Y en esta ocasión me gustaría hablarte de una creencia irracional que está muy extendida y para ello voy a tener que hablarte de Albert Ellis.
¿Quien fue Albert Ellis?
Albert Ellis fue un psicoterapeuta estadounidense que desarrolló una terapia llamada terapia racional emotivo conductual.
No me voy a enrollar mucho, pero lo que sí que te interesa saber es que Albert Ellis decía que los seres humanos tenemos una gran cantidad de creencias irracionales y las resumió en 11.
¿Qué es una creencia irracional?
Explicado de forma sencilla, es una forma de pensar que no es racional o que no se puede considerar lógica. Y en breve lo vas a entender.
No te voy a contar sus 11 creencias irracionales.
Pero sí que me voy a parar en una sobre la que me interesa que reflexiones.
Resumiéndotela con mis propias palabras, Albert Ellis decía que hay mucha gente que cree que tiene que “ser amada y obtener la aceptación de todo el mundo».
Es decir, hay mucha gente que actúa siempre intentando gustar a los demás, caer bien a todo el mundo, comportarse con simpatía y de forma agradable con la totalidad de la gente que le rodea.
Esto hace que consciente o inconscientemente muchas veces hagas cosas porque estás concediendo excesiva importancia a lo que los demás piensan de ti.
Es decir, estás buscando su aceptación o su aprobación. Caerles bien. O en definitiva, que te quieran.
Pero como te darás cuenta, es irracional pensar que puedes caer bien a la totalidad del universo.
Por mucho que te entregues, siempre va a haber alguien al que le caigas mal. Y por mucho que lo intentes, no es lógico pensar que puedes comportarte con simpatía infinita en todas las circunstancias de la vida.
Está muy bien ayudar a los demás. Pero deberías pararte a pensar si el motivo real por el que dejas de hacer tu propio trabajo para ponerte a ayudar a los demás con el suyo, es porque estás buscando caerles bien, gustarles u obtener su aceptación.
Cuando das más valor a las necesidades de los demás que a las tuyas propias, no te estás concediendo el valor que te mereces.
El intentar obtener la aprobación de todo el mundo genera un servilismo tan grande que te lleva a abandonar tus propias necesidades.
Está muy bien que prestes tu ayuda a la gente.
Pero si por ayudar a los demás estás generando sufrimiento en tu propia persona como consecuencia de un elevado nivel de estrés y estar desatendiendo tus propias necesidades, sería bueno que prestaras tu ayuda actuado de forma más selectiva, de forma más consciente y seleccionando cuándo, cómo y a quién se la prestas.
Y por supuesto concediéndote permiso para decir “no” en aquellos casos en los que lo consideres necesario.
Desde mi punto de vista, el contexto cultural y religioso en el que nos hemos educado condiciona en gran medida como nos comportamos en este sentido y nos lleva a tener la creencia de que no ayudar a los demás es ser una “mala persona”.
Seguramente te han educado para ser la niña o el niño bueno que se comporta bien en todas las situaciones, para ser la madre o el padre ejemplar a quien todo el mundo admira, para ser esa persona educada que es agradable en cualquier situación y con cualquiera… ¡Menuda presión!
Sé consciente de que qué esto siempre sea así ¡Es imposible! ¡Y permítete ser tú, con tus luces y con tus sombras, y con todas sus consecuencias!
Comprobarás como automaticamente tu energía se incrementa. No solo porque la racionalizas mejor, sino porque escoges cuidadosamente hacia donde la diriges.
Durante esta semana me gustaría que reflexionaras sobre esto ¿Cómo te comportas con los demás? ¿Sientes la necesidad de caer bien a todo el mundo? ¿Como te afecta esto a nivel profesional? ¿Cómo influye en tu nivel de estrés?¿Qué puedes hacer para utilizar mejor tu energía? ¡No dudes más y actúa!
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