Por qué tu relación con el dinero podría estar generándote estrés

¿Piensas que ganar mucho dinero es difícil? ¿Crees que para ganar dinero es necesario dedicar un gran esfuerzo y dedicación a tu trabajo? ¿Piensas que si no te sacrificas lo suficiente no vas a poder conseguir un ascenso?

Cuidado. Porque tu relación con el dinero podría estar afectando a la facilidad o dificultad con que el dinero llega a tu vida.

Llevo semanas pensando si debería escribir este post o no.

Se trata de un tema muy personal y que muy poca gente sabe. Y cada vez  que me ha venido a la mente la idea de hablarte de esto, he sentido un poco de vértigo por el hecho de exponerme públicamente de esta manera y contarte algo de lo que he hablado con muy pocas personas.

Pero sinceramente, después de mucho pensarlo, he decidido que te lo tengo que contar.

Por qué estoy convencido de que gracias a mi historia vas a tomar conciencia de algo de lo que seguramente no habías pensado hasta ahora.

No sé si será tu caso. Pero yo soy de ese tipo de personas que se entregan al cien por cien en el trabajo. Me gusta ponerle pasión a lo que hago y sentir que soy dueño y responsable de aquello que estoy haciendo. No soporto la idea de acudir a trabajar cada día sin entrega y no aguantaría estar en el trabajo mirando el reloj cada diez minutos para ver cómo se va acercando la hora de salida.

Desde que empecé a trabajar, primero en auditoría y luego en el área financiera de varias multinacionales cotizadas, he tenido trabajos donde se me ha exigido mucho y donde la presión y la competitividad eran el pan nuestro de cada día.

Recuerdo que en mis primeros años, cuando trabajaba como auditor, había semanas en las que no había un minuto que no estuviera trabajando. Solo paraba para dormir e incluso los fines de semana me los pasaba trabajando. Esto no era siempre así. Pero había muchos proyectos que te exigían este ritmo de trabajo.

A mí, en ese momento no me importaba. Por qué lo único que quería, era hacer un buen trabajo, obtener una buena evaluación y promocionar profesionalmente, para conseguir llegar a gerente en poco tiempo y mejorar salarialmente. Es decir, yo quería más responsabilidad y quería ganar más dinero.

Y para ello sabía que tenía que trabajar duro. Y por eso no me importaba dedicarle tantas horas, tanto esfuerzo y tanta energía.

Y no estoy hablando solo de tiempo. Estoy hablando también de sacrificio.  Porque durante todo este tiempo, estuve sacrificando una gran cantidad de cosas a nivel personal.

No tenía pareja y en cuanto empezaba alguna relación inconscientemente siempre me las apañaba para encontrar alguna excusa y no dejar que aquello avanzara. Además mi familia vivía en una ciudad distinta a la mía y apenas les veía. Y por si fuera poco, a medida que pasaba el tiempo me iba distanciando de muchos de mis amigos….

Y podría seguir así, contándote un montón de cosas más a las que tuve que renunciar.

Yo en ese momento ni siquiera era consciente de todo a lo que estaba renunciando.  Únicamente estaba enfocado en mi carrera profesional. Y la verdad es que esta estrategia estaba dando resultados, porque profesionalmente me iba bien y a medida que pasaba el tiempo iba ascendiendo y cada vez iba ganando más dinero.

Pero como es normal este ritmo de trabajo era insostenible. Y aunque mi mente quisiera seguir avanzando, mi cuerpo empezó a lanzarme mensajes para decirme que tenía que empezar a cuidarme.

Y fue así como surgió el estrés y comenzó mi lucha por controlarlo.

Aprendí mil técnicas de gestión del tiempo y de relajación. Y mi estrés se redujo.

Pero yo continuaba con ganas de seguir evolucionando profesionalmente y mi horarios no se reducían. Y por tanto mi vida personal no mejoraba.

Lo que sí que había cambiado es que yo empezaba a ser consciente de que mi vida personal tenía que mejorar. Me había plantado en la treintena sin pareja, con muy pocos amigos (aunque muy buenos) y muy distanciado de mi familia.

Después de mucho pensarlo decidí que cambiar de trabajo era la solución.

Había vida más allá de la auditoria. Y seguro que era posible seguir evolucionando profesionalmente, obtener mayor responsabilidad y ganar más dinero.

No creas que soy una persona excesivamente ambiciosa. En realidad no soy una persona con gustos caros ni que tenga grandes necesidades.

Estaba viviendo en Madrid (y todavía sigo aquí) dónde la vida es excesivamente cara, las casas son minúsculas y la calidad de vida es muy baja en relación al pueblo de Castellón donde había vivido toda mi vida.

Recuerdo que yo no dejaba de decirme: Yo solo quiero llegar a tener la misma calidad de vida que he tenido mientras he vivido con mis padres. Quiero vivir en una casa de más de 30 metros cuadrados, ganar lo suficiente como para poder hacer frente a gastos médicos inesperados en caso de que sea necesario,  poder ir a visitar a mis padres sin tener que pensar si tengo dinero para pagar el tren o no…

Y ese era el único motivo por el que quería ganar más dinero. Para mantener el nivel de vida al que estaba acostumbrado.

Así que cambié de trabajo. No solo una vez. Sino varias, en los siguientes años. Y con cada cambio iba mejorando profesionalmente. No solo asumía más responsabilidad sino que además ganaba más dinero.

¿Y quieres que te cuente una cosa?

Cambiar de trabajo no mejoró mi situación. Pensaba que la auditoría era excesivamente dura, y que al dejarla mi vida iba a mejorar.

Pero no fue así.

Los horarios interminables continuaron. El coste energético de sacar los proyectos adelante continuó. Y el esfuerzo necesario para seguir evolucionando profesionalmente seguía siendo excesivamente alto.

Y ahora es cuando viene la parte interesante.

A esas alturas de mi vida. Yo ya sabía que el problema no estaba en el trabajo. El problema estaba en mí. Por qué si después de varios cambios profesionales y pasar por varias empresas, todo seguía igual, estaba claro que el problema no estaba ni en la presión, ni en la competitividad, ni en el jefe, ni en el equipo, ni en la carga de trabajo…

Y fue cuando empecé a trabajarme a mi a nivel personal.

Un día llegó  a mis manos un ejercicio de visualización.

El ejercicio tenía por objeto investigar si había algo a nivel inconsciente que se hubiese generado durante tu infancia y que estuviese provocando algún bloqueo a nivel consciente en tu vida actual.

Así que yo me dije “Venga, voy a probar. Quiero saber cuál es el motivo por el que siempre acabo en trabajos donde tengo que esforzarme tanto y mi nivel de estrés es tan elevado”.

Así que ni corto ni perezoso me lancé a hacer aquel ejercicio de visualización.

Ni por asomo imaginé, que en unos minutos iba a acabar teniendo aquella revelación.

No voy a entrar en detalles sobre el ejercicio, el tema es que durante la visualización mi inconsciente me llevo de repente a revivir una escena de mi infancia que yo tenía olvidada.

Yo tendría unos 7 u 8 años e iba caminando de la mano con mi padre. Veníamos de comprar el periódico de un quiosco que había junto al lugar donde vivíamos, a tan solo unos cinco minutos de camino,  y en ese momento estábamos de vuelta a casa.

Recuerdo que en ese instante vi una peseta en el suelo que alguien había perdido (Sí, era la época de la peseta).

Yo me abalancé sobre ella, la recogí del suelo, y mirándola fijamente pensé “con una peseta no se puede hacer nada, no se puede comprar ni siquiera un chicle”. Y entre risas la lancé con todas mis fuerzas lo más lejos que pude.

No tuve tiempo ni de reaccionar. De repente sentí la mano abierta de mi padre sobre mi cara. Todavía puedo recordar su mano caliente sobre mi piel suave de niño. Y la fuerza y la energía con la que el golpe impactó en mi mejilla.

En mis ojos se reflejaba la sorpresa. No tenía ni idea de que era lo que había hecho mal para merecer aquel golpe.

Todavía puedo escuchar la voz firme y solemne de mi padre diciéndome en ese momento, como quien dicta sentencia “El dinero no se tira. El dinero cuesta mucho de ganar”.

¡El dinero cuesta mucho de ganar!

¿Qué te parece?

Aunque te parezca una tontería, a mí esta revelación me llevó a reflexionar mucho sobre mi infancia y a tomar conciencia de muchas cosas.

Durante toda mi infancia mis padres no hicieron más que inculcarme la cultura del esfuerzo.  Como es normal mis abuelos vivieron la guerra y la posguerra, y mis padres sus secuelas. Por eso para ellos era excesivamente importante el trabajar duro.

En mi casa era normal escuchar frases del tipo “A quien trabaja Dios le ayuda” “El dinero cuesta mucho de ganar” “Quien no guarda hoy no come mañana”…

Me di cuenta de que me habían educado en la creencia de que en la vida había que trabajar duro, de que para ganar dinero y poder vivir bien era necesario estar completamente entregado al trabajo.

Me habían inculcado la idea de que el dinero costaba mucho de ganar. Y yo ahora estaba viviendo una realidad en la que el dinero costaba mucho de ganar.

Y lo más increíble es que yo había creado esa realidad.

Aunque te parezca mentira, esta fue la creencia “potenciadora” que a mí me había funcionado para evolucionar profesionalmente. Sabía que si trabaja duro iba a conseguir prosperar económicamente. Y así había sido.

El problema es que lo que inicialmente fue una creencia “potenciadora” acabó convirtiéndose en una creencia “limitante”. Ya que también me impedía ver que era posible prosperar económicamente sin necesidad de trabajar tan duro.

Esto me llevó a investigar mucho y documentarme sobre las creencias que la gente tiene en torno al dinero. Y me sorprendió mucho todo lo que descubrí.

Vivimos en una sociedad donde existen muchas creencias en torno al dinero. Aunque te sorprenda, en general existen muchas connotaciones negativas en torno al mismo. Y todas ellas forman parte de la educación que hemos recibido y el contexto cultural en el que hemos crecido.

Por ejemplo, tendemos a pensar mal sobre las personas que tienen mucho  dinero o que son ricas.

Cuando a alguien le va bien económicamente, no es raro escuchar frases del tipo “Que habrá hecho para tener tanto dinero”.

También pensamos que para que una persona gane dinero es necesario que sea ambiciosa, sin escrúpulos, corrupta…

Si una persona tiene mucho dinero, solemos pensar que no es buena persona, o que es una persona poco espiritual…

Mucha gente ha crecido con estas ideas, y aunque no lo creas todo esto forma parte de tu sistema de creencias. E inconscientemente puede estar dificultando o impidiendo que tú evoluciones profesionalmente, porque a nivel inconsciente, puede que para ti ser una persona con mucho dinero no sea bueno o aceptable.

Por otro lado, en torno al dinero también existe la creencia de que es un bien escaso y de que una condición indispensable para que una persona gane dinero es que otra persona tenga que perderlo.

La idea de que para ganar dinero es necesario trabajar mucho y muy duramente también está muy extendida.

De hecho frases del tipo “El dinero no crece en los árboles” son muy comunes.

Este tipo de creencias, a nivel inconsciente, te pueden estar generando estrés o te pueden estar llevando a exigirte demasiado.

Lo que quiero decirte con todo esto, es que estas ideas son creencias totalmente irracionales. Se puede tener muchísimo dinero y al mismo tiempo ser muy buena persona. Y se puede ganar mucho dinero invirtiendo muy poco tiempo y esfuerzo en conseguirlo.

Seguro que conoces más de un caso cercano a ti.

Por eso durante esta semana me gustaría que reflexionaras sobre cuál es tu relación con el dinero ¿Qué es lo que piensas sobre el dinero? ¿Qué connotaciones tiene el dinero para ti? ¿Cómo llega el dinero a tu vida? ¿Cuál es tu nivel de esfuerzo para conseguirlo? ¿Qué se pensaba en tu familia del dinero?

Reflexionar sobre cómo es tu relación con el dinero te ayudará a tomar conciencia de si estás poniendo más energía de la necesaria en el desarrollo de tu trabajo.

Y ahora te voy a pedir tu ayuda para animarme a continuar escribiendo en el blog. Si te ha gustado este post por favor compártelo en redes sociales o escribe alguna reseña en mi pagina de Facebook. Me ayudará a aumentar mi motivación a la hora de continuar escribiendo.

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2 comentarios

  1. Hector Torres
    12 abril, 2018

    Gracias por esa publicación.Yo también estoy utilizando visualizaciones,afirmaciones e incluso el tapping y la meditación.¡Sigue publicando este tipo de metodos para el desarroyo personal!Felicidades.

    Responder
    • ejecucoaching
      12 abril, 2018

      Muchas gracias Hector!

      Responder

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