¿Miedo a hablar en las reuniones? Cómo superarlo

¿Tienes una opinión distinta pero no la pones de manifiesto? ¿En ocasiones te da pereza decir tu opinión? O piensas ¿Para qué? ¿No estás de acuerdo con los demás pero te cuesta hacerte escuchar? ¿Te da miedo que parezca que no tienes ni idea? ¿Te toca hacer cosas con las que no estás de acuerdo y eso te genera frustración?

Con frecuencia me encuentro con profesionales que tienen una gran personalidad, creatividad e ideas brillantes pero que les cuesta ponerlas de manifiesto en público o ante la dirección. En otras ocasiones me encuentro con profesionales que tienen una gran experiencia en su ámbito de actividad y siempre saben alguna forma eficaz o eficiente de hacer las cosas, pero no las suelen poner de manifiesto.

Otras personas no tienen problemas a la hora de hablar en reuniones y este bloqueo solo aflora ante personas concretas  o en reuniones en las que participan determinadas personas  o miembros de la dirección.

Si éste es tu caso, la raíz del problema puede ser de distinto tipo, pero en este post me quiero centrar en aquellos casos en los que el factor bloqueante que te impide expresarte tal y como eres, es el miedo.

A continuación te muestro las claves que te ayudarán a superar el miedo a hablar en las reuniones:

  • Toma conciencia de cuáles son tus miedos

Como primer paso, sería bueno que identificaras que miedos son los que te están bloqueando. ¿Qué te impide hablar? Qué te impide dar tu opinión?  ¿Es el miedo a equivocarte? ¿Miedo a lo que los demás puedan pensar? ¿Qué es lo peor que podría pasar? ¿Qué te dices en ese momento para justificar el mantenerte en silencio? ¿Crees que la comunicación no es tu punto fuerte? ¿Piensas que los demás no te escuchan?

A continuación te detallo cuales son en mi opinión los principales miedos a los que te enfrentas;

• Miedo a parecer poco profesional: Tienes una opinión pero prefieres no comentarla porque te falta algún dato, no tienes los soportes necesarios para justificar tu opinión, conoces parcialmente el tema pero desconoces si se te escapa algo importante…

• Miedo a cometer un error: Tienes una opinión  pero prefieres mantenerte en silencio por miedo a meter la pata o cometer algún error y especialmente a la imagen que puedas dar frente a terceros.

• Miedo al qué dirán: Tienes una opinión pero te da excesiva vergüenza el hablar en público y lo que piensen de ti, además piensas que la comunicación no es tu fuerte y que la gente no te escucha cuando hablas o no tienen en cuenta tu opinión.

  • Supera tu perfeccionismo

Tu miedo a aparentar que no tienes ni idea te está llevando a aparentar que no tienes ni idea.  ¿Qué imagen te daría una persona que nunca da su opinión? ¿Qué nunca cuenta su experiencia? ¿Que no da una visión sobre cómo hacer las cosas? ¿Qué simplemente se dedica a escuchar lo que aportan los demás? Permanecer en silencio, no dar tus opiniones, no aportar valor, no compartir tu creatividad, no sacar partido de tu gran experiencia, tiene como resultado a ojos de los demás el efecto contrario al que crees. No mostrar tu profesionalidad tiene como efecto que los demás te vean poco profesional. Además es irracional esperar que la totalidad del mundo, el 100% de tu empresa, te vea como una persona de gran profesionalidad. Siempre habrá gente que te admire por tu profesionalidad y gente que piense lo contrario.  Incluso cuando tú actúas de la forma en que crees que aparentas ser más profesional. Por eso lo más importante es que te permitas ser tú. Con tus puntos fuertes y tus puntos a mejorar. Tú ya eres una persona de gran profesionalidad. Sal de la sombra. No dejes que el perfeccionismo te impida mostrarle al mundo tu luz. Sé tú. Lo único importante es que seas una persona de gran profesionalidad para ti, con independencia de lo que piensen los demás.

No mostrarte como tú eres te está llevando a consumir una gran cantidad de energía. Permanecer en silencio te lleva a hacer cosas con las que no estás de acuerdo, a dejar que otros decidan por ti lo que es mejor para ti y para tu equipo, a hacer cosas que no están alineadas con tus valores, y especialmente a destinar gran parte de tu energía a aparentar ser quien tú no eres. Y eso es agotador. Permítete ser tú y recuperarás una gran cantidad de energía.

  • Permítete errar.

No tengas miedo a errar. Aunque tú no lo creas a tu empresa le sale barato que tú cometas errores. El miedo al error te está llevando a experimentar bloqueos, retrasos en plazos y pérdidas de tiempo por ser una persona excesivamente perfeccionista. En definitiva, a ser una persona mucho menos productiva. En los últimos años la crisis nos ha llevado a que cada vez haya más empresas con estructuras más horizontales, es decir, que hayan menos cargos de responsabilidad y responsables con un mayor número de personas a su cargo o con mayor carga de trabajo, y por tanto a que hayan menos niveles de revisión y más riesgo.

El hecho de que hayan menos niveles de revisión supone un mayor número de errores, y por supuesto el error tiene un coste a nivel de compañía. Y aun así, esto sigue siendo rentable para tu empresa. Porque el ahorro que obtienen las compañías al tener menos niveles de revisión o trabajadores con mayor carga de trabajo, es decir, menos personas, es más rentable que el coste que pueda suponer cualquier error. Por lo tanto, la organización ya contempla el hecho de que sus empleados puedan errar, y lo acepta.  Si lo  acepta tu empresa, acéptalo tú. Aunque eventualmente pudieras cometer algún error, piensa en la cantidad de resultados que consigues.  Mientras hagas las cosas lo mejor que puedas y actúes de forma responsable, no tienes nada que temer. Y por supuesto, puedes permitirte dar tu opinión en una reunión, eres una persona de gran profesionalidad y cualquier cosa que digas estará bien. Permítete errar y no seas tan exigente contigo.

  • Concede a la opinión de los demás, la importancia justa.

En la mayoría de las ocasiones, el hecho de que no te pronuncies en las reuniones se debe al miedo a meter la pata, a cometer errores, a cometer alguna torpeza… o en definitiva, a lo que los demás puedan pensar de ti. Y esto tiene su origen en la creencia irracional de que es obligatorio agradar siempre a todo el mundo o caerle bien a todo el mundo. No te agotes. Por mucho énfasis que pongas en esforzarte por agradar a todo el mundo o por que los demás tengan una buena imagen de ti. No lo vas a conseguir. Es una idea irracional. Tú eres una obra de arte. Y los ojos que te admiran son subjetivos. Habrá a quien le parezcas una obra grandiosa y habrá  quien no aprecie tu valor en absoluto. Así que sé tú. Permítete brillar aunque haya ojos que no sepan ver tu luz. Permítete meter la pata, cometer errores o decir barbaridades. Réstate importancia. Ríete de ti.  Eres una persona maravillosa tal y como eres en este momento. Y aquellos que sepan ver la grandeza que hay en ti se merecen poder disfrutar de ella.

En mi opinión superar este miedo es relativamente fácil si poco a poco vas acometiendo pequeños pasos. Algo así como sumergirte en agua fría. Es difícil hacerlo de golpe. Pero si poco a poco vas sumergiendo un pie, te acostumbras a la temperatura, luego sumerges otro y así sucesivamente, al cabo de un rato lo acabas consiguiendo. En este caso ocurre lo mismo, la manera de proceder de forma que sea fácil para ti, sería ir poco a poco, opinar puntualmente e ir aumentando tus intervenciones a medida que va pasando el tiempo.

Mi consejo es que no le des a los demás el poder de decidir por ti. En ocasiones el miedo y la frustración te llevan a no pronunciarte, seguramente durante la reunión te dirás, “paso del tema” o  “paso de decir nada”, que en definitiva es lo mismo que decirte “paso de decidir”. Pero cuando permaneces en silencio, estás decidiendo no decidir. Y cuando no decides, estás decidiendo que otros decidan por ti. Estás delegando el poder de que otras personas te digan lo que tienes que hacer, estás decidiendo que otras personas decidan por ti lo que es mejor para ti y para tu equipo. Incluso si esa decisión va en contra de tus valores, de tu forma de pensar, de tus opiniones… te estás convirtiendo en una persona esclava de los demás.

Date permiso para asumir las riendas de tu vida, de tu equipo y de tus objetivos. Responsabilízate de tu tiempo y de tu energía. Decide. Y si ello conlleva que tengas que pronunciarte en público, enfrente de otras personas, enfrente de la dirección, o enfrente de quien sea, y superar tus miedos, alégrate de sentir ese miedo, porque no es más que un indicativo de que estás empezando a ser cada vez más libre, cada vez más una persona dueña de si misma, cada vez más tú,  y que te estás acercando  cada vez más a la vida que te mereces, a la vida que quieres tener.

Ahora es tu turno. Estoy convencido de que eres absolutamente capaz de conseguir superar tu miedo a hablar en reuniones. Así que  me gustaría que durante esta semana aproveches la primera reunión que tengas para mostrar tu opinión ¡Poco a poco perderás este miedo!  ¡No pienses más y actúa!

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