Cómo gestionar la ira

¿Eres de esas personas que se irritan con facilidad? ¿Te cuesta contener la ira? ¿Dices o haces cosas de las luego te arrpientes? ¿Sabes que tienes razón en el fondo pero te fallan las formas? ¿Te gustaría saber cómo puedes gestionar la ira?

Seamos sinceros. En ocasiones te enfadas, te enciendes y te enfureces. Y entonces un torbellino de rabia, fuerza y energía estalla dentro de ti.

De nada sirve negarlo.

¿Y sabes una cosa? Es normal.

Le pasa a todo el mundo.

Lo único es que nos cuesta admitirlo.

Cuando estás feliz y derrochas alegría. Y alguien te dice que te ve my feliz. Tú, sonríes y te alegras.

Pero si alguien te dice que se te ve enfadado. Lo niegas y te enfadas todavía más.

La ira está mal vista. 

Mal vista por ti y mal vista por tu entorno.

Y como es una emoción que no goza de buena fama lo que tendemos a hacer es esconderla.

Así que la retenemos en nuestro interior, la mentenemos encerrada y asumimos todas las consecuencias negativas que ello conllevo.

Pero hoy, quiero hablar en concreto, de esas situaciones en las que no aguantas más.

Esas situaciones en la que estallas y dices o haces cosas de las que luego te arrepientes.

Porque no sé si será tu caso, pero hay una gran cantidad de personas que son incapaces de mantener su ira bajo control.

¿Lo hacen aposta?

No.

Simplemente no pueden controlarlo

Y esto en entornos profesionales se convierte en un auténtico problema.

Hace tiempo una persona  que trabajó conmigo para aprender a gestionar su estrés, se encontraba en una situación de este tipo. 

Tenía tendencia a enfadarse y perder el control en determinada situaciones. 

Había muchas cosas que le llevaban al enfado. 

Y entre ellas le molestaba especialmente que las personas que dependían de ella le entregaran trabajos que habían hecho terceras personas y que no los hubiesen revisado antes con el suficiente rigor.

Esto le molestaba especialmente, porque cuando ella ponía a revisarse esos trabajos, descubría una gran cantidad de errores o veía muchas cosas que estaban incompletas o que no se habían hecho. 

Así que mientras ella leía lo que debía ser un trabajo completado que no necesitase ningún retoque más, no tenía otra que ponerse a hacer el trabajo de revisión que no habían hecho sus colaboradores.

Y esto le molestaba increíblemente, porque le daba la sensación de que estaba perdiendo su tiempo. 

Y le hacía sentir que las personas que dependían de ella no habían hecho bien su trabajo.

En estas ocasiones comenzaba a irritarse, su enfado iba creciendo y llegaba un momento que su ira era tal, que decía cosas de las que luego se arrepentía o tomaba decisiones desacertadas.

Y aunque en el fondo tuviera razón, las formas le fallaban.

Pero esto no era lo único que disparaba su ira.

Había personas cuyo carácter le causaban irritación. Había comportamientos que le enojaban. Había situaciones o circunstancias que le enfurecían. 

La mayoría de la veces conseguía contener su enfado, pero en algunas pocas ocasiones su enfado se volvía incontenible.

Era algo superior a ella.

De repente sentía que una gran potencia y energía se encendían dentro de ella y comenzaba expresar su ira de una forma incontrolable.

En una de esas ocasiones, en las que una de sus colaboradoras le entregó un documento que no estaba lo suficientemente bien revisado y comenzó a leer el documento delante de ella, empezó a descubrir una gran cantidad de temas incompletos, insuficientes o mejorables.

Así que ante esto, poco a poco comenzó a irritarse, pero contuvo su enfado, intentando aparentar normalidad y tratando de esconder cualquier muestra gestual o cualquier rasgo en su cara que la delatara.

Pero  a medida que se iba encontrando con nuevos puntos que desde su punto de vista estaban mal, su enfado se iba agrandado cada vez más.

Y cuando pasaba de página y se encontraba con nuevos aspectos mejorables o incompletos su enfado iba en aumento, más y cada vez más. 

Hasta que llegó un momento en que su irá se disparó y comenzó a elevar la voz, decir cosas poco apropiadas y hacer comentarios desacertados. 

Ella decía que en estas situaciones se le escapaba el control y decía y hacía cosas de las que luego se arrepentía. 

En la mayoría de casos conseguía contenerse.  

Pero en aquel caso, no pudo hacerlo.

Y lo que pasó en aquel caso en concreto, es que su colaboradora cuando la vio así, estalló a llorar, y le pidió que la perdonara, y le dijo que sabía que el trabajo no estaba lo suficientemente bien, pero que a su marido le acaban de diagnosticar una enfermedad muy seria, y que no había estado en condiciones de hacerlo mejor, que había querido decírselo antes pero que no había encontrado el momento apropiado para hacerlo, y que lo sentía mucho.

Así que al escuchar esto y darse cuenta de lo que estaba pasando y de lo mal que le había estado hablando, se disgustó enormemente.

Ella sabía que tenía que aprender a gestionar su ira, y de hecho constantemente estaba intentándolo, pero era algo que escapa de su control, y este episodio le hizo darse cuenta de que sí o sí tenía que solucionarlo.

Las personas con tendencia a la ira se ven secuestradas por esta emoción. En el momento en el que están viviendo esta situación no son conscientes de ello, la emoción secuestra su capacidad de actuar desde la razón o la consciencia.

Contener la ira, que es lo que hace la mayoría de las personas tampoco es la solución.

La ira es una emoción normal. 

Y ante su presencia puedes seguir dos estrategias.

O gritas por fuera, o gritas por dentro.

La mayoría de la gente que experimenta ira, la contiene. Especialmente en contextos profesionales. Y esto genera una gran cantidad de angustia y sufrimiento a la que no se le da salida.

Pero si además eres de esas personas que no pueden controlar su ira, el sufrimiento es doble.

Porque te angustias mientras estas conteniendo la ira, hasta que estallas, y te vuelves a angustiar después de haber estallado, cuando te pones a reflexionar sobre la situación.

La ira tiene una gran cantidad de consecuencias negativas y lo sabes.

En ocasiones te puede ayudar a que tus compañeros, tus colaboradores o la gente de tu equipo consiga los resultados que deseas o te haga caso.

Pero sabes que esto solo un resultado a corto plazo.

A medio y largo plazo sabes que las consecuencias son negativas.

¿Por qué?

Pues porque la ira despierta el miedo o el rechazo de los demás.

Y no te interesa que tus compañeros de trabajo o colaboradores experimenten estas emociones ante ti.

El miedo lleva a que la gente que trabaja contigo se sienta insegura. Y ante ello pierden mucho tiempo en la realización de su trabajo porque el trabajo nunca está lo suficientemente bien hecho o perfecto. La gente tiene miedo de cual pueda ser tu reacción cuando te lo presenten 

Y esto hace que se sobretrabaje. Es decir, lleva a que se intente alcanzar la máxima perfección y excelencia en todas las cosas, incluso en cosas que no lo requieren. Por tanto se generan  ineficiencias. 

Aunque hay personas a las que en lugar de llevarles al sobretrabajo, les lleva al bloqueo o a la procrastinación. 

Y por otro lado el miedo, también lleva a que haya una mala comunicación, especialmente en los casos en los que hay errores. 

Ante un error se dispara el miedo y tus compañeros o colaboradores retrasan el momento de comunicartelo porque tienen miedo de cual pueda ser tu reacción cuando te lo digan. Y lo peor de todo es que justo en estos casos es cuando más rápido necesitas actuar. Y evitar males mayores.

Por otro lado la ira genera rechazo por parte de los demás y relaciones tóxicas, porque hace que tus compañeros de trabajo o tus colaboradores no se sientan cómodos cuando están contigo, hace que huyan de ti o te eviten, y hace que finjan tener una buena relación contigo cuando en realidad no la tienen o que cuiden en exceso la forma en que se comunican contigo con su correspondiente pérdida de naturalidad

Y al final esto acaba generando en ti desconfianza. Y la confianza es un pilar clave. Tanto si tienes una posición de lider, como si no, necesitas poder confiar en la gente.

Y si te das cuenta esto genera un bucle que se retroalimenta. Porque todas estas consecuencias te llevan a generar más ira.

  • Por eso el primer paso para comenzar a gestionar tu ira es aceptar que esto te está pasando y responsabilizarte ante ello.

Ante estas situaciones muchas personas con tendencia a la ira, suelen decirse mensajes de este tipo “es que esa situación me irrita y tengo todo el derecho a enfadarme” o “es que en ese momento no era yo”.

Si te das cuenta, cuando haces este tipo de comentarios estás adoptando el papel de víctima.

Es decir, estás delegando la responsabilidad en la situación.

Si te dices que “es la situación la que te irrita y que tienes toda la razón” estás delegando la responsabilidad en la situación.

Y como la situación es la que genera la emoción y desencadena las consecuencias, no hay nada que esté en tu mano,  no hay nada por tu parte que puedes hacer.

Si te dices que “es que en ese momento no soy yo” estás asumiendo el papel de víctima también, porque como no eres tú, no hay nada que tú puedas hacer.

¿Y que pasa en este caso?

Lo que pasa es que si la causa esta fuera, no tienes el control. Es la situación la que tiene el poder. No te sientes con control. Estás adoptando  una postura de víctima.

Por tanto en ambos caso estás delegando la responsabilidad.

El poder de pasar a la acción, tu capacidad de asumir la responsabilidad y poder tomar acción para gestionarlo.

Así que, lo primero que tendrías que hacer es aceptar que esto te está pasando y que tienes la capacidad y la responsabilidad de poder hacer algo, por mínimo que sea, para gestionarlo. 

Y si te paras a pensarlo, si estás en un puesto de responsabilidad o si aspiras a un puesto de responsabilidad, no puedes permitir que sea la situación la que desencadene las consecuencias, no pedes dejar que sea la situación la que tome las decisiones en ese momento, no puedes dejar que sea la situación la que decida el tipo de comunicación, no puedes dejar que el control lo tenga la situación.

No puedes dejar que sea la emoción quien te controle a ti en lugar de ser tu quien controle la emoción.

Ahora bien.

Sé que esto es muy fácil de decir, y muy, pero que muy difícil de llevar a la práctica.

Pero por lo menos, si aceptas la situación y asumes tu responsabilidad y que hay algo que puedes hacer, ya tienes margen de maniobra.

  • El segundo paso, que podrías dar, es revisar cuál es tu interpretación de la situación

Si das un paso atrás y te pones a analizar la situación y la emoción, te darás cuenta de que al final esa emoción viene de un pensamiento.

Y en esencia, lo que te está diciendo ese pensamiento es “Para estar bien, yo necesito que esto sea diferente” 

Yo necesito que las cosas sean distintas de lo que son. 

Y si te paras a pensarlo fríamente esto es una fuente de sufrimiento, porque sentir que necesitas que las cosas sean distintas te lleva al sufrimiento. Porque las cosas son. Es decir, la situación es.  Ya no hay nada que se pueda hacer porque ha tenido ya lugar.

Pero lo que sí puedes hacer es trabajar en la interpretación que tu haces de las cosas.

Imaginate ascienden a uno de tus compañeros que es amigo tuyo y a ti no. 

Si ante está situación piensas “a él le han promocionado y a mi no, y yo me lo merezco tambiem” esto va a enfadar.

Pero si ante esta situación piensas “Que bien que han ascendido a mi amigo, Y además como le han ascendido él este año, el año que viene me ascenderán a mi” es probable que la emoción que se genere en este momento sea muy distinta.

Por tanto la ira, depende en gran medida de la intepretación de la situación que tu estes haciendo. 

Es decir, de la película mental que tú te estés generando en ese momento.

Por tanto, observa la emoción sin involucrarte.

Lo normal es que el torbellino de la ira te haga dificil evaluar en ese momento la película que te estás contando. 

Es decir, cuando estas muy enojado es muy difícil asumir el papel de observador de tus propios pensamientos. Pero puedes intentarlo.

Puedes tratar de calmarte, puedes conectar con la respiración, practicar una breve respiración diafragmita…

Esto te ayudarás a que la presión disminuya y tu nivel de ira descienda un poco.

Y en ese momento aumentarás tu capacidad para observarte desde fuera, para observar lo que estas pensando y para evaluar cual es la interpretación que estás haciendo de la situación.

En ultima instancia, tu tienes la capacidad de decidir cual quieres que sea esa interpretación.

Y sé que esto cuesta mucho y es muy difícil, por tanto requiere mucha practica. 

  • Si esto te es muy difícil. En el momento en el que sientas que tu ira está apunto de dispararse, evita la situación.

Es decir corta con lo que este haciendo si es posible. Y hazlo lo antes posible.

Si estás en medio de una reunión cancela la reunión y di al resto de la gente que te ha surgido un imprevisto y que seguiréis luego. 

Si estás en medio de una revisión, deja de hacer la revisión y retrasala hasta otro momento.  

Si estás en una conversación que te está irritando cambia de tema.

Intenta frenar la situación, para recobrar la calma y poder comunicarte luego con asertividad.

Tienes razón en el fondo. Así que no dejes que una comunicación poco asertiva haga perder  fuerza y sentido común a lo que quieres decir. No permitas que las formas oculten el mensaje.

  • Durante el enfado hazte la siguiente pregunta si te es posible: ¿Cual es el objetivo de este enfado? 

En la mayoría de ocasiones al  hacerte esta pregunta, se redude mucho la carga emocional de la situación, porque de repetente te das cuentas que la reaccion es desproporcionada con respecto al objetivo real.

Imaginate que tienes un mal día y comienzas a discutir con tu pareja, que es la persona a la que más amas en este mundo, pero por lo que sea comenzais a discutir.

Y el enfado va aumentado hasta que llega un momento en el que tu ira se dispara. Y comienzas a decir o a hacer cosas de las que luego te vas a arrepentir.

Si en ese momento te preguntas ¿Cuál es el objetivo de este enfado? Al tratar de responderte te das cuenta de que no hay nada que vayas a conseguir a través del enfado. O que lo quiera que sea que estás intentando conseguir, no lo vas a conseguir mediante ese enfado.

Y esto tiene más potencía si en ese momento piensas que además tu enfado esta desalineado con un objetivo mayor que es el de formar un proyecto de vida con tu pareja.

Pues bien, en tu empresa ocurre lo mismo. Cuando ante una situación que te irrita, tu ira se dispara, si en ese momento te preguntas ¿Cuál es el objetivo de este enfado? ¿Qué voy a conseguir a través de este enfado? Automáticamente te darás cuenta de que sea lo que sea lo que quieras conseguir, no lo vas a conseguir a través de tu enfado.

  • Pide perdón.

Ya sabes que siempre te digo que la vida que tu tienes hoy, es el resultado de tus acciones de tus últimos 6 meses, tres años, 5 años (por resumir, vamos). Por tanto tu vida dentro de 6 meses, 3 años, 5 años es el resultado de tus acciones de hoy.

Por tanto, valora cuales son las potenciales consecuencias de que tus acciones de hoy. 

Reflexiona sobre cuál va a ser el resultado de haberte dejado llevar por la ira.

Pregunte ¿Cómo va a afectar esto a mi vida de dentro de 6 meses, 3 años o 5 años?

Porque en la mayoría de los casos las consecuencia de tus acciones van a ser negativas.

Y si es así, pide perdón.

El perdón tiene una gran fuerza y muchas veces lo infravaloramos. Nos cuesta mucho pedir perdón porque tendemos a anclarnos en el orgullo. 

Sobretodo en contextos profesionales.

Al pedir perdón estás minorando las consuencias  negativas de tus actos.

No tienes por que pedir perdón por el mensaje, pero si por las formas.

Y formúlate esta pregunta ¿Cómo cambiará mi vida de dentro de 6 meses, 3 años o 5 años si cada vez que me pase esto pido perdón?

Desde mi punto de vista, soy consciente de que muchas veces es difícil gestionar la ira, porque es la emoción quien asume el control y nos resta capacidad de acción. Pero eso no quita que no puedas intentarlo.

Mejorar tu capacidad para observar lo que estas pensando y para darte cuenta de cuales son tus estrategia mentales te ayudará. Ya sabes que siempre recomiendo la meditación para estos casos. Ya que meditar te permite desarrollar tu habilidad para posicionarte como observador de tus propios pensamientos.

Y poder adoptar la posición de observador es la principal herramienta que puedes utilizar para gestionar tu ira.

En cualquier caso no permitas que sea la ira quien asuma el liderazgo de tu acciones y demuestra que ere tu, quien esta liderando sus propias deciosiones.

Y ahora es tu turno.

Como parte de tu plan de acción de esta semana me gustaria que identificaras caules son la situaciones que diparan tu ira y que reflexionaras sobre que  podrias hacer para reducir la carga emocional asociada a la misma.

Por cierto, me gustaría decirte que ahora tienes disponible mi curso gratuito Súper Enfoque, el curso que te ayudará a desarrollar tu atención plena. Un curso en el que durante cinco días ejercitaremos juntos tu capacidad de atención. Un curso que te ayudará a mejorar tu capacidad para mantenerte en el momento presente, te ayudará a mejorar tu productividad y te permitirá vivir mas concientemente aquellas cosas que te hacen feliz en la vida.

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