Hace un tiempo una cliente me comentó una situación curiosa que le había pasado.
Unos días antes de venir a la sesión de coaching en la que estaba trabajando conmigo para mejorar su productividad y liderazgo se había encontrado con una antigua amiga con la que había trabajado en los inicios de su carrera profesional en otra empresa y a la que hacía mucho tiempo que no veía.
Cuando casualmente se encontraron ambas se alegraron muchísimo de verse ya que ambas se profesaban un tremendo afecto pero las circunstancias de la vida les había llevado a estar varios años sin saber nada la una de la otra.
Mi clienta trabajaba como mando intermedio en una multinacional, estaba muy enfocada en progresar profesionalmente y convertirse, en el futuro, en directiva de la compañía y ello hacía que el poco tiempo que le quedaba lo destinara a estar con sus hijos y con su familia y de vez en cuando quedar con algunos amigos muy concretos y seleccionados.
Cuando le preguntó a su amiga que qué tal estaba y cómo le había tratado la vida, su amiga le puso una gran sonrisa.
-Estoy feliz.- Le contestó.- Conseguí aprobar aquellas oposiciones de inspectora de trabajo de las que siempre te hablaba en su día y ahora estoy encantada porque por fin tengo un buen horario y puedo tener más vida de la que tenía.
-¿Si? ¡No sabes como me alegro? .- Le dijo mi clienta.
-Tengo mucho trabajo, pero soy mi propia jefa y yo me organizo como quiero, además salgo todos los dias a las tres y me da tiempo a ir al gimnasio y luego a recoger a mis hijos al colegio ¡No te imaginas como me ha cambiado la vida! Ahora hasta puedo acompañarles a las fiestas de cumpleaños de sus compañeros del cole…
-¡Ay de verdad! ¡Qué bien! Que suerte tienes, pero te lo has ganado, seguro que te ha costado mucho…
Cuando días después me comentó que había estado reviviendo esta conversación una y otra vez mentalmente, me confesó que estaba sintiendo una gran contradicción.
Por un lado se alegraba mucho por su amiga. Pero por otro lado mientras su amiga le contaba aquello había sentido, no supo explicármelo bien “que su amiga le caía mal”.
Había sentido que su amiga no se merecía aquello, que no se merecía tener tanta suerte y que le fueran las cosas tan bien.
Cuando le pregunté que qué había detrás de esa emoción y ella se puso a reflexionar sobre la situación durante un rato se dio cuenta de una cosa.
¿Sabes de que se dio cuenta?
Se dio cuenta de que sentía envidia.
Sí, envidia.
Le costó mucho admitirlo. Pero lo hizo.
Y ahora déjame que te pregunte una cosa.
¿Y tú? ¿Has sentido alguna vez envidia?
Vivimos en una sociedad donde la envidia está mal vista. La palabra envidia tiene connotaciones tremendamente negativas.
Y eso hace que neguemos esa envidia en lugar de pararnos a escucharla.
Asociamos la envidia a personas que consideramos malvadas y sin escrúpulos. Gente en la que no se puede confiar y que sería capaz de cualquier cosa por conseguir lo que quiere.
Envidia, codicia, ambición… son palabras que tienen una gran carga negativa y que no son bien recibidas en la sociedad en la que vivimos.
Lo que pasa es que como consideramos que sentir envidia es malo, muchas veces no admitimos su presencia y la mantenemos en la sombra, intentado negarnos que seamos personas envidiosas.
Pero la envidia nos trae mucha información y mirar hacia otro lado y hacer como que no la sentimos nos está evitando aprovecharnos de esa valiosa información.
Porque ¿Sabes una cosa? Todos sentimos envidia. Por mucho que te lo niegues. En mayor o en menor medida, pero la sentimos.
Y decirte que tú no y mirar hacia otro lado te está impidiendo sacar provecho de una información muy valiosa.
Aquel día, cuando le pregunté a mi clienta el motivo de esa envidia y ella estuvo reflexionando durante un rato me dijo lo siguiente:
-Pues mira, no sé, me paso el día trabajando, llego a casa de noche, mi marido llega a casa antes que yo y se ocupa de los niños, yo apenas disfruto una hora de ellos y enseguida los tengo que acostar, pero normalmente tengo tantas cosas en la cabeza que ni les escucho ni les dedico la atención que ellos se merecen. Pero esto no es lo único, me doy cuenta de cómo va pasando el tiempo y cada vez me me veo peor, me alimento fatal, no hago deporte, estoy todo el día corriendo, con prisas por acabar trabajos o cumplir con plazos de entrega… y el resto me da igual.
-¿Y de que te has dado cuenta? – Le pregunté.
-Me he dado cuenta de que al ver que ella tenía tanto tiempo para si misma y para su hijos, al ver lo guapa que estaba y lo bien que se le veía… he sentido envidia. Sí, envidia. Porque ella tiene tiempo y calidad de vida, y yo no. Y hecho de menos eso. De hecho me he dado cuenta de que necesito pasar más tiempo con mi familia y mis seres queridos….
Mirando hacia su interior, mi clienta se había dado cuenta de que necesitaba equilibrar más su vida profesional y su vida personal.
Se dio cuenta de que no iba a ser capaz de mantener de forma continuada su esfuerzo por alcanzar un puesto directivo si no conseguía dedicar algo más de tiempo a su vida personal.
La verdad es que me hizo mucha ilusión que se diera cuenta de esto, por que gestionar la energía es tan importante como gestionar el tiempo o gestionar equipos.
Y la mayoría de las veces dedicarle más tiempo a aquellas cosas que nos nutren de energía, y restar algo de tiempo al trabajo, al contrario de lo que la mayoría de la gente piensa, nos hace más productivos y nos permite alcanzar un equilibrio más óptimo y sostenible a largo plazo.
Y ella se dio cuenta de todo esto gracias observar su propia oscuridad por unos momentos.
La envidia te está mostrando algo que tú estás anhelando, no tengas en cuenta el quién y céntrate en el qué.
Simplemente pregúntate ¿Qué estás envidiando? ¿Qué te ha llevado a sentirte así? ¿Qué es aquello que no tienes y te gustaría tener?
Identifica qué carencias tienes, qué anhelos desearías alcanzar, qué vacíos sientes en tu vida, y cuéntate la verdad.
Identificar tus necesidades es el primer paso para moverte hacia ellas.
Permite que la vida te muestre hacia donde tienes que ir y hacia donde debes dirigir tu atención y tu energía.
¡Así que no dudes más! Durante esta semana me gustaría que reflexionaras sobre aquellas situaciones recientes en las que has sentido envidia, cómo puedes traducir la información obtenida en objetivos y como puedes redirigir tu energía hacia su consecución ¡Pasa a la acción!
Por cierto, me gustaría decirte que ahora tienes disponible mi curso gratuito Súper Enfoque, el curso que te ayudará a desarrollar tu atención plena. Un curso en el que durante cinco días ejercitaremos juntos tu capacidad de atención. Un curso que te ayudará a mejorar tu capacidad para mantenerte en el momento presente, te ayudará a mejorar tu productividad y te permitirá vivir mas concientemente aquellas cosas que te hacen feliz en la vida.
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Natalia
24 octubre, 2018Hola me interesa estudiar en santa fe. Argentina quisiera saber si recomiendan algún lugar particular de carrera Couch?
ejecucoaching
24 octubre, 2018Hola Natalia! ¿Que tal? Desconozco sitios en Argentina donde puedas hacer la carrera de coaching. Yo trabajo con personas que quieren conseguir resultados profesionales óptimos desde la tranquilidad o que quieres mejorar su productividad o liderazgo a través de procesos presenciales u online, no sé si te refieres a esto.